El cálamo o calamus en latín, también
conocido como calamus scriptorium, era un trozo de caña, procedente de un
junco que se utilizaba para escribir sobre papiros y pergaminos. A los romanos
les gustaba por su gran flexibilidad comparándolo con las plumillas de bronce
(ya existentes).
Según documenta Plinio el viejo en Historia
Natural, XVI, 157, las mejores cañas procedían de Egipto y de Gnido (una
ciudad en Asia menor).
Para poder trabajar con ellas, se cortaba un
extremo en forma oblicua mediante una especie de cortaplumas conocido como
culter o scalprum librarium.Para utilizar el calamus, era necesaria la tinta que se guardaba en un atramentarium o tintero. Los tinteros podían ser de diversos materiales, como bronce o barro (los más comunes) y evidentemente con diferentes formas y decoraciones.
El cálamo aún se sigue utilizando hoy día para la caligrafía clásica árabe.
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